OPINIÓN

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Regionalizar para pasar del crecimiento al desarrollo



Es imperioso apoyar el desarrollo productivo más allá de las fronteras de la provincia de Buenos Aires. El interior tiene la llave para hacer que Argentina pase a una etapa superadora.

Hacia 2025 se estima que el 70% de la población mundial va a ser urbana y se calculan unos 3 mil millones más de consumidores de clase media en los próximos 20 años, con la consecuente altísima demanda de alimentos. Aunque estas cifras a primera vista suenan como un desafío, para los países de América Latina pueden ser una gran oportunidad de desarrollo, ya que es aquí y en África donde más tierras potencialmente cultivables hay para hacer frente a esta demanda.

Sin embargo, para transformar este desafío en oportunidad, es imperioso incrementar nuestra productividad. En materia de desarrollo, el país nos muestra un marcado desequilibrio entre las distintas zonas de su extenso territorio, fundamentalmente provocado por la concentración urbana generada por las oportunidades que ofrecen las ciudades más desarrolladas. Pero al mismo tiempo, como bien sabemos, Argentina es un país que tiene un potencial enorme aun por explotar, y a eso debemos apuntar. Las diferencias de desarrollo e infraestructura entre distintas zonas del país no hacen más que generar condiciones de vida desiguales en la población. Sin duda alguna, es necesario adoptar un plan de desarrollo estratégico que iguale las oportunidades de los ciudadanos, independientemente de su lugar de residencia. En eso debemos trabajar.

Las políticas de desarrollo que nos hicieron uno de los países más desarrollados a principio del siglo pasado, ya no nos son útiles hoy en día. El modelo socioeconómico y productivo que nos permitió estar en los primeros puestos del ranking mundial hacia fines del siglo XIX y a principios del siglo XX ya no nos es útil. Debemos adoptar una matriz de desarrollo productivo acorde a las oportunidades y desafíos de esta época. Con el cambio de siglo se desató un nuevo patrón de urbanización donde las viejas fuerzas centrípetas fueron reemplazadas por fuerzas centrífugas, dando nacimiento a un nuevo tipo de ciudad, más disperso, de escala regional y de alta complejidad. Este nuevo modelo policéntrico, fragmentado y discontinuo requiere respuestas novedosas y nos invita a pensar regionalmente y a buscar formas innovadoras de interconexiones. Nos exige a pensar no tanto a escala global, sino a escala local y, sobretodo, regional. Nuestro desafío hoy es generar las condiciones para que las ciudades medias cumplan un rol más protagónico, actuando como nodos de su región, en un sistema de ciudades crecientemente integrado y cohesionado.

En el marco de esta estrategia, debemos insistir en el tema de conectar a los actores, a las ciudades, las plataformas interurbanas y a las empresas, tanto grandes como medias y pequeñas. Debemos fomentar la asociatividad y los clusters productivos, que es lo que marca la diferencia respecto del concepto burocrático de desarrollo que entendemos ha sido superado. Los distintos actores sociales y empresariales pueden convertirse en agentes clave para el desarrollo a través de clusters o corredores productivos, estableciendo vínculos de interdependencia funcional para el desarrollo de sus procesos productivos, formando así sistemas interactivos en los que pueden mejorar su competitividad. Estamos convencidos que la innovación es un proceso interactivo que ocurre a partir del relacionamiento de las firmas entre sí y con una multiplicidad de actores que componen su entorno, el cual responde a características históricas e institucionales particulares. Por lo tanto, estos procesos deben ocurrir en espacios geográficos concretos, nuevamente apuntando a la importancia de pensar regionalmente.

Hay que pensar en regiones. Desde mi lugar de Presidente del Grupo Banco Provincia de Buenos Aires, puedo afirmar que, luego de estudiar muchos casos del mundo, la Regionalización es la herramienta clave para enfrentar estas problemáticas globales, nacionales y locales que genera la concentración poblacional. Pero también lo es para aprovechar la oportunidad que el mundo nos brinda a países como Argentina, líderes en la producción de alimentos.

Sin dudas el desarrollo estratégico desde lo regional, desde lo local, es lo que el mundo ha utilizado para resolver los conflictos planteados por el avance de las grandes metrópolis. La Regionalización también es la herramienta para encontrar nuevas alternativas a problemas actuales que afectan a la nación entera, como por ejemplo lo que se plantea hoy en día en nuestro país respecto del federalismo fiscal. Es una opción a considerar al momento de buscar nuevas aproximaciones a cuestiones hasta ahora no resueltas. La Regionalización también puede ayudarnos en ese sentido. Definitivamente se trata de la herramienta indicada para cumplir con las aspiraciones de federalismo, calidad de vida, desarrollo productivo y calidad democrática, hasta ahora incumplidas total o parcialmente.

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