OPINIÓN

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La Salada debe cumplir con la ley



Es un error ser indulgente con las ilegalidades que se observan en ese inmenso mercado. Para ayudar a quienes trabajan ahí hay que facilitarles salir de la informalidad y perseguir a quienes los explotan, tal como viene haciendo el Estado.

Me sorprendió la opinión de Alfonso Prat Gay, ex presidente del Banco Central de la República, publicada en esta sección el 31 de marzo. Prat Gat sugiere indulgencia hacia la informalidad, el incumplimiento tributario, el trabajo infantil, la falsificación de marcas y otras ilegalidades que se observan en La Salada. Parece que convivir con las informalidades mitigaría la pobreza en que se halla esa gente. Es cierto que allí miles de hombres y mujeres de bien se ganan la vida con gran sacrificio. Desde el Estado debemos facilitarles la formalidad, que es protección laboral y previsional, así como cobertura de salud y posible acceso a vivienda. Desde 2003 Arba -y Rentas, su antecesora- ha llevado a cabo una docena de operativos, incluso detección satelital de talleres clandestinos de la zona mediante sus tinglados. No atacamos a los puesteros, los ayudamos a formalizarse. En 2004 establecimos un régimen especial de Ingresos Brutos, según el cual las administradoras registran al puestero y perciben el anticipo del tributo cuando alquilan el puesto. En 2003 casi no había puesteros inscriptos, y en el último control, lo estaba el 77% (no todos al día con todo). Falta, pero demuestra que desde Arba no los encerramos en una situación de informalidad sin salida.

Pero si de verdad queremos ayudar a esas personas debemos mirar detrás de los puesteros. Esas familias son víctimas de explotación por zares del mercado negro, que les distribuyen materias primas y productos terminados, incluso de marca. También operan falsificadores de productos y hasta circulan mercaderías robadas y de contrabando. Estas redes clandestinas abastecen todo el país, como comprobamos la semana pasada en Jujuy. Facturan cerca de 10 millones de dólares por semana y atienden más de 50 mil clientes cada jornada; muchos, redistribuidores. La Salada es uno de los mayores mercados del planeta según la Unión Europea.

Para alcanzar tal envergadura no basta con las románticas historias de microemprendedores que transportan sus productos en colectivo o en remis; son necesarias grandes organizaciones y una fenomenal plataforma logística.

Priorizamos identificar los grandes intereses económicos que utilizan a los puesteros para defraudar al fisco y cometer ilegalidades. Retirar Arba de La Salada, el organismo con más presencia de control en el lugar, sería entregarles en bandeja estos pobres a los grandes intereses ocultos y minar más la menguada confianza de la sociedad en las instituciones públicas. Pero peor aún, significaría renunciar a los ideales de justicia social.

Como la evasión impositiva y la informalidad resultan en exclusión social, desde Arba presentamos batalla global contra la informalidad. En La Salada y también en las rutas, en la costa, en San Isidro, Vicente López, San Martín, San Fernando, Bahía Blanca, en desarmaderos clandestinos, en controles ambientales y bromatológicos, en consultorios médicos que cobran coseguro y no dan factura. Sin descuidar los grandes grupos económicos. Leyes parejas para todos hacen un país justo.

Ayudar a los pobres acomodándose a la informalidad es como querer apagar un fuego echándole nafta. Desde la dirigencia debemos practicar el diálogo entre las distintas fuerzas políticas para lograr acuerdos de gobernabilidad. Quienes estamos en el gobierno tenemos la responsabilidad de la iniciativa, por eso desde Arba presentamos nuestra propuesta para La Salada, que incluye a los pobres y limita los poderosos intereses informales.

Es un anteproyecto de ley de creación de Complejos Comerciales no Convencionales, contemplando un arreglo jurisdiccional territorial especial con perímetro físico controlado, un régimen legal tributario particular, control de acceso y salida de trabajadores y mercaderías y presencia integral de los organismos de control del Estado, así como su propia comisaría. Está en www.arba.gov.ar/salada.

Los argentinos jamás debemos renunciar a que todos cumplan las leyes ni a que el Estado las haga cumplir. Este camino nos conducirá a la gran Argentina sin excluidos, que soñaron, con sus propios matices, Alberdi, Sarmiento, Yrigoyen, Perón y quien hoy llora el país, Raúl Alfonsín.

Comentarios

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